lunes, 18 de marzo de 2013

Reacción de Hearst.

Oír hablar de Citizen Kane enfurecía tanto a Hearst que prohibió cualquier anuncio, crítica o mención en sus periódicos, en los cuales, los periodistas difamaban a Welles. Siguiendo los cabildeos de Hearst, el jefe de Metro-Goldwyn-Mayer, Louis B. Mayer, actuando en nombre de toda la industria cinematográfica, hizo una oferta a RKO Pictures de 805 000 dólares a cambio de destruir todas las copias de la película y quemar los negativos. Welles usó la oposición de Hearst a Citizen Kane como pretexto para preestrenar la película en varios pases de prueba en Los Ángeles, abogando por su valor artístico en contra de la campaña hostil del magnate.
Cuando George Schaefer, de RKO, rechazó la oferta de Hearst de eliminar la película, este último prohibió que todo periódico y emisora de su conglomerado periodístico hiciese una crítica, o incluso mencionase, la película. También hizo que muchos cines la prohibiesen expresamente y muchos otros tampoco la proyectaron por miedo a las represalias de su poderoso imperio periodístico. El documental The Battle Over Citizen Kane culpa directamente a Hearst del relativo fracaso de Citizen Kane. La película tuvo una aceptable recaudación en taquilla; fue la sexta película con más recaudación en su año de lanzamiento, un éxito moderado que sus patrocinadores consideraron aceptable. No obstante, los resultados comerciales no alcanzaron las expectativas de sus creadores. En el libro The Chief: The Life of William Randolph Hearst, David Nasaw señala que las acciones de Hearst no fueron el único motivo por el que Citizen Kane fracasó; el autor afirma que las innovaciones que Welles introdujo en la narrativa, así como el oscuro mensaje que transmite la película (que la búsqueda del éxito, a la larga, resulta inútil) provocaron que el gran público no apreciase sus méritos.
En un par de documentales de la serie Arena sobre la carrera de Welles, producidos por la BBC en 1982, Welles afirmó que, durante la semana del estreno, un policía se acercó a él una noche y le dijo: «No vaya a su hotel esta noche; Hearst ha pagado a una menor de edad para que se le eche a sus brazos desnuda nada más entrar y que un fotógrafo le tome fotos a usted. Hearst está planeando publicar esas fotos en todos sus periódicos». Welles dio las gracias al policía y pasó la noche fuera. Sin embargo, nunca llegó a saber si era verdad lo que le había dicho el policía. Welles también describió como, accidentalmente, se topó con Hearst en un ascensor del hotel Fairmont cuando Citizen Kane se estaba estrenando en San Francisco. El padre del director había sido amigo de Hearst, así que Welles le preguntó a Hearst si vería la película, pero este ignoró la pregunta. «Cuando él estaba saliendo a su planta, yo dije: "Charles Foster Kane habría aceptado". Él no me contestó», recordó el director.
Aunque los esfuerzos de Hearst por acabar con la película afectaron al éxito de la misma, a la larga resultaron inútiles, puesto que casi toda referencia que se hace hoy en día a la vida y carrera de Hearst normalmente menciona el paralelismo que se da en Citizen Kane. Lo irónico de los intentos de Hearst es que el filme está ahora irremediablemente conectado a él. Esta conexión fue reforzada por la publicación en 1961 de la exhaustiva biografía Citizen Hearst, escrita por W. A. Swanberg.
        

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